Cerremos los ojos y pensemos por un momento qué sería de la humanidad sin que existiesen los barberos y peluqueros. No queremos quitar mérito al resto de profesiones, pero la de barbero es una de las más importantes que existen, y es una de las pocas que consigue dar un chute de autoestima a aquellos que nos rodean. Ver a los clientes salir satisfechos de nuestro establecimiento es una de las razones por las que amamos tanto nuestro trabajo. ¿A quién no le gusta ver la alegría y la sensación de \»me voy a comer el mundo\» de los que nos visitan a diario?
De todas formas, para ejercer nuestra profesión no vale todo el mundo. Para ser un buen barbero debes tener un punto de locura, que habitualmente se manifiesta desde que eres joven, cuando le cortas el pelo a cualquier muñeco que ves rondando por casa, o persigues a tu familia al más puro estilo psicópata de película, con unas tijeras en la mano. Es precisamente en ese momento cuando te das cuenta que has nacido para ser un artista. Porque eso es lo que somos los barberos: unos artistas.
Si por encima de todas las cosas tienes claro que has nacido para ser barbero, toma nota de las cualidades que debe tener cualquier persona que se dedique a nuestra amada profesión.
Somos personas creativas y con talento, y eso lo manifestamos a diario con los cortes de pelo o los arreglos de barba. Desde que decidimos trabajar de lo nuestro debemos practicar hasta la extenuación, utilizando todas las técnicas que estén en nuestras manos, para conseguir el corte de pelo apropiado para cada tipo de cabello.
La gran importancia de que nuestros clientes tengan plena confianza en nosotros, y en que el corte de cabello que les vamos a realizar es exactamente aquello que ellos quieren. No hay nada que dé más inseguridad que alguien, con pinta de inexperto, con una rasuradora o una navaja en la mano. ¡Pies para qué os quiero!
Dar nuestra opinión, aunque no nos la pidan, cuando sabemos que el corte no va a quedar bien. Debemos tener el valor suficiente para decir lo que sentimos si tenemos claro que lo que nos demanda el cliente ya no está a la moda, o no le va a sentar bien. Porque sí, en ocasiones, el cliente no siempre tiene la razón y, cuando eso ocurre, debe dejarse asesorar por alguien como nosotros, que estamos continuamente fijándonos en cuáles son las últimas tendencias.
Otra de las cualidades que debemos tener es el don de gentes. ¿Has visto a algún barbero que sea huraño? Estamos seguros que no. Nada más lejos que pretender convertir nuestros salones en mini-platós de Sálvame, pero tener pequeñas conversaciones con los que se sientan en nuestros sillones, hacen que conozcamos muchísimo mejor a nuestra clientela, ayudando a realizar el corte ideal, tanto para su cara como para su estilo de vida.
No hay lugar posible para un corte mal hecho: un barbero que no quiere llegar a la excelencia, le visitarán sus clientes una sola vez y ya no volverá a verlos más. A nadie le gustan los trasquilones, o el mal manejo de una tijera y un peine. Las chapuzas jamás han estado permitidas en nuestra profesión.
La limpieza y el orden es algo común en nosotros… ¡y más en estos tiempos! Organizamos y dejamos en perfecto estado de revista todas aquellas herramientas que nos ayudan a realizar nuestro trabajo, desinfectando cada puesto después de cada uno de los usos. Si ves una barbería con desorden o con mechones de cabello por debajo de los sillones, desconfía.
Y amor… un amor infinito por aquello que hacemos: jamás serás un buen barbero si no amas tu profesión. El sacrificio y el placer de sostener unas tijeras en nuestra mano para crear el corte con el que nuestro cliente va a sentirse satisfecho, es la clave del éxito de nuestro trabajo.
Si deseas formar parte de nuestro equipo, envía un correo a info@luisvilla.es explicando tu experiencia profesional y qué es lo que nos puedes aportar.