Entrar en una buena barbería es una experiencia única: el olor a lociones, champús y cremas se mezclan entre sí, dando paso a un ambiente agradable y acogedor. Un lugar donde poder hacer un alto en el camino, dejando más allá de la puerta de la entrada el estrés y las preocupaciones. Pero debemos saber que, a lo largo de la historia, el visitar a un barbero no fue siempre algo tan agradable, ni relajante como lo es ahora.
Las primeras noticias sobre el oficio del barbero, se remontan al Antiguo Egipto, hace más de 5.500 años. En esa época, los cortes de pelo se realizaban a la nobleza y a los sacerdotes, utilizando para ello conchas afiladas de moluscos o trozos de sílex cuidadosamente cortados.
No fue hasta la Edad Media, cuando este oficio empezó a popularizarse, pero no siempre por sus excelentes cortes de pelo… ¡Los barberos pasaron también a ser cirujanos! Aparte de cortar pelos y rasurar barbas, realizaban intervenciones “sin mucha importancia”, como las extracciones de dientes, las amputaciones de extremidades o algo que estaba muy de moda durante aquellos años, como era la aplicación de sanguijuelas a los enfermos. Debido a la gran mortalidad de los pacientes, por culpa de la pérdida de sangre o a las infecciones derivadas de las operaciones, se decidió acertadamente, desligar ambos oficios. Se cree que el famoso poste de barbero, con rayas rojas azules y blancas, se remonta a aquella época: simboliza los vendajes tras las intervenciones, enrollados a la entrada de los establecimientos, con el fin de que éstos se secasen al sol.
Hasta hace poco, sobre todo durante los años 80 y 90, los barberos formaban parte de una industria anticuada, en comercios un tanto decadentes: una alternativa bastante más barata que ir a una peluquería unisex, con profesionales más especializados en el corte de pelo femenino que en el masculino.
En los últimos años, sobre todo desde que hemos entrado en este milenio, las barberías han resurgido en los barrios. Los barberos hemos entendido que el ponernos al día es algo fundamental para nuestra profesión, ya que la población masculina es cada vez más exigente. Actualmente, nuestros negocios son remansos de tranquilidad, donde asesoramos y aplicamos las técnicas de corte más novedosas. Lugares donde también poder comprar productos de belleza y complementos.
Ser barbero es un privilegio, ya que no sólo es un trabajo, sino una forma de vida y sobre todo… una forma de crear arte.
Si deseas formar parte de nuestro equipo, envía un correo a info@luisvilla.es explicando tu experiencia profesional y qué es lo que nos puedes aportar.